Decodificando la dieta del tipo de sangre: ¿moda o realidad?

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El mundo de las dietas está abarrotado y repleto de promesas de soluciones rápidas y enfoques personalizados. Un contendiente duradero que ha captado el interés del público desde finales de los años 1990 es la dieta del tipo de sangre. Propone una idea radical: su tipo de sangre influye directamente en los alimentos que debe consumir para una salud óptima y un control de peso. Pero, ¿tiene fundamento científico esta intrigante teoría?

La dieta del tipo de sangre, popularizada por el naturópata Peter D’Adamo en su libro de 1997 “Eat Right 4 Your Type”, sugiere un vínculo entre el tipo de sangre y los patrones alimentarios ancestrales. La teoría de D’Adamo postula que nuestros tipos de sangre evolucionaron junto con los cambios dietéticos a lo largo de la historia. Él rastrea el desarrollo de cada tipo de sangre (O, A, B y AB) hasta períodos específicos y propone regímenes alimentarios correspondientes:

  • Tipo O: El más antiguo, que se remonta a la época de los cazadores-recolectores (alrededor del 40.000 a. C.), este tipo de sangre supuestamente prosperaba con una dieta alta en proteínas y baja en carbohidratos a base de carne, mariscos, frutas, aceite de oliva y verduras.
  • Tipo A: Surgió alrededor del 25.000 a.C. con la llegada de la agricultura, se dice que el Tipo A se beneficia de una dieta basada en plantas o pescatariana rica en productos de soya (incluido el tofu), cereales integrales, verduras y mariscos.

  • Tipo B: Este tipo de sangre, que según la teoría se originó alrededor del año 15.000 a. C. entre los pastores nómadas, está alineado con una dieta que enfatiza la carne, los huevos, los mariscos, las frutas, las verduras, los lácteos y los cereales.

  • Tipo AB: El tipo de sangre más nuevo, que apareció hace menos de 1000 años cuando coexistían agricultores y pastores, el tipo AB supuestamente prospera con una dieta mixta que incorpora lo mejor de los tipos A y B, incluidos lácteos, tofu, cordero, mariscos, cereales, frutas y vegetales verdes (incluidas las algas marinas).

Si bien estas recomendaciones dietéticas pueden parecer intrigantes, es fundamental separar los hechos de las especulaciones. La comunidad científica considera en gran medida que la dieta del tipo de sangre no está respaldada por pruebas sólidas.

¿Beneficios potenciales? Quizás no directamente de su tipo de sangre:

Algunos estudios han demostrado mejoras modestas en los factores de riesgo cardiovascular entre personas que siguen los planes dietéticos O, A o AB. Sin embargo, los expertos atribuyen estos beneficios principalmente a la salud inherente de los alimentos recomendados (con énfasis en frutas, verduras y proteínas magras) en lugar de un vínculo directo con el tipo de sangre. De hecho, las investigaciones han demostrado que las dietas basadas en plantas pueden tener un impacto positivo en el control del peso y en los niveles de colesterol y azúcar en sangre, independientemente del tipo de sangre.

Los riesgos de las restricciones dietéticas del tipo de sangre:

Si bien no es intrínsecamente peligrosa, la dieta del tipo de sangre conlleva posibles desventajas:

  • Deficiencias de nutrientes: La eliminación de grupos completos de alimentos, como sugieren algunos planes (por ejemplo, lácteos para el tipo O), podría provocar deficiencias de nutrientes si no se implementa una suplementación adecuada.
  • Falta de individualización: Nuestras necesidades dietéticas evolucionan a lo largo de la vida debido a factores como la edad, el nivel de actividad y las condiciones de salud. El enfoque estático de la dieta del tipo de sangre no tiene en cuenta estos cambios.

Conclusión: Si bien el concepto de una dieta personalizada basada en el tipo de sangre es atractivo, la evidencia científica que lo respalda sigue siendo débil. En lugar de centrarse en su tipo de sangre, priorice una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales integrales y fuentes de proteínas magras. Consultar a un dietista registrado puede brindarle orientación personalizada según sus necesidades y objetivos individuales.